martes, 17 de enero de 2017

Un lugar para Katrin

-Lucía llegas tarde, quédate en el pasillo.

Así día tras día, me enviaba la hermana Lourdes a esperar en el pasillo, diez minutos decía… pero a veces me quedaba la clase entera.

Esto sucedía a las 15:40. En el colegio de monjas por las tardes, se hacía clase de 15:30 a 17:30. En aquella época, cuando tenía siete años, la encargada de llevarme al cole era mi hermana mediana.

Ella llevaba un año en el instituto y hacía un horario distinto. Así que la hora de llevarme al cole, le coincidía con una novela de la que estaba enganchadísima: “Santa Barbara” se llamaba, y la emitían en  Cataluña en el incipiente Canal 33, a esa hora.

Mi hermana mediana, que siempre ha sido un espíritu libre y salvaje. No acataba orden ni horario, así que se negaba a renunciar a su capítulo diario, por mucho que yo le explicara, que después me tenía que pasar la clase de la hermana Lourdes en el pasillo.

-Pues le dices que es culpa mía y ale.

-Ya se lo digo… pero le da igual.

-Pues mala suerte.

Claro que podría haberla delatado a mi madre, pero si algo teníamos mi hermana y yo, era lealtad absoluta la una con la otra. Ya teníamos bastante con lo chivata que en ocasiones era nuestra hermana mayor.  Y aunque ella se mereciera en más de una ocasión una reprimenda, teníamos al enemigo en casa. Alguien que no se andaba con chiquitas a la hora de regañar y que estaba siempre dispuesto con su mal genio.

No hablo de mi madre, ella siempre fue un amor, pero estaba demasiado ocupada y ausente con sus múltiples trabajos para que pudiéramos ir a un colegio de pago y para compensar la falta de responsabilidad y de trabajo, de su cónyuge.

Así que me tocó estar muchos días, en aquel pasillo…

Pero un día pasó la profesora de castellano, la hermana Concha.

-Lucía ¿otra vez en el pasillo?

Me puse roja…

-Anda ven, para que estés ahí de pie sin hacer nada…

Me condujo escaleras abajo a la biblioteca del colegio, nunca había estado antes.

-Mira te enseño como funciona esto, de todas formas en el trimestre que viene os íbamos a traer…

En casa nunca nos faltaron libros, a mi madre siempre le encantó leer, ella es soñadora por naturaleza y siempre ha estado muy necesitada de escapar a otras realidades, así que nos inculcó desde muy pequeñas el hábito de la lectura.

Pero entrar allí fue increíble… tantos y tantos libros.

-Eliges uno, me lo traes y yo te hago una ficha, ¿de acuerdo?

Me llevó donde estaban los libros adecuados a mi edad. Mientras mis ojos se deslizaban por todos ellos, vi a una niña que sujetaba unas muñecas. ¡Con lo que me gustaban las muñecas!


Escogí el libro: “Un lugar para katrin"; eso quería yo, un lugar donde sentirme a gusto y en ocasiones, hasta un lugar donde sentirme a salvo.

Comencé a leer…

“Lunar, lunar…” cantaban las niñas, y Katrin, instintivamente, se tocaba la mejilla. No querían jugar con ella porque tenía aquel lunar color chocolate.”

De repente sentí muy fuerte, por lo que podría estar pasando katrin. La soledad que debía estar sintiendo.  Yo no es que no tuviera amigas, pero las pocas que tenía en aquel colegio, eran tan diferentes a mí…

Sus madres casi siempre estaban con ellas en casa, sus padres tenían negocios o puestos importantes en alguna empresa y vivían sin estar agobiados por no llegar a final de mes. Y lo más importante, sus padres parecían personas amables y nunca las vi asustadas, como yo si lo había estado.

Y luego estaba “ella”, la hija de un miembro del A.M.P.A, ojito derecho de las monjas y la típica niña de la que todos quieren ser amigos. Cada vez que me hacían leer en voz alta, pues las monjas apreciaban mi forma de leer, así que me hacían leer en ocasiones en las clases de reflexión o en las misas. Me costaba caro.

Siempre se encargaba de ponerme en evidencia, cada vez que osaba quitarle algún protagonismo. Cosa que sucedía en escasas ocasiones, así que no entendía el porqué de tanta inquina. Así que después de haber leído, ella se acercaba con su grupito a preguntarme si mi madre me podría pagar la próxima excursión y cuando yo le respondía que sí, con cara de pena me decía:

-¿Pero no podrá venir a despedirte, verdad?

-No, ella se va a trabajar a las cinco de la mañana, no le da tiempo.

Así que cogía mi larga trenza, (en aquella época mi madre siempre me peinaba con una trenza…) y me decía:

-Jolín, pobrecita Luci…

Eso provocaba que en la siguiente excursión, cuando las niñas se agolpaban en los grandes cristales del autocar que nos llevaba, para decir adiós a sus mamás. Sus amigas, vinieran a consolarme…  yo sé que lo hacían de buena fe, pero como me repateaba que hicieran eso.

No tenía un lunar que me hiciera diferente como a katrin, pero sí un secreto muy gordo. Imagina que dirían aquellas niñas, si supieran lo que en ocasiones sucedía en casa.

La hermana Concha me hizo la ficha y me dijo que si quería después, me podía llevar a casa el libro, siempre y cuando lo devolviera en dos semanas.

Podía llevármela a casa… a ella, a esa niña que gracias a su lunar, podía hablar con sus muñecas. A esa niña que se sentía tan sola como yo.

Esa noche dormí abrazada a ese delgado libro, disfruté cada una de sus páginas… como los muñecos comenzaron a explicarle cuentos a katrin, para que esta se los narrara a esas niñas y pudiera ganarse así, su cariño.

Otra cosa que teníamos en común, los cuentos. Mi madre aunque llegara con los parpados derrotados, cada noche dedicaba un ratito antes de dormir para sentarse en la pequeña silla de madera junto a mi cama de la litera, a leerme un cuento.

Como me tranquilizaban aquellos finales felices…

Así que katrin tenía su lunar y yo mi secreto, ella tenía sus muñecas cuenta cuentos y yo a mi madre y ahora, nos teníamos a nosotras, pues realmente la comencé a visualizar como a una amiga. Miraba la portada del libro y le hablaba… a ella si le podía contar todo, sin omitir nada.

Cuando pasaron las dos semanas, me había leído el libro muchas veces y lloré desconsolada el día que me encaminé a la escuela con él en la mano, para devolverlo.

No quería pedirle a mi madre que me comprara el libro, nunca pedía nada, pues sabía lo difícil que era para ella mantenernos a todos.

-Colócalo tú misma- me dijo la hermana Concha- me tengo que ir a preparar la clase, cierra después la puerta.

Como agradecí ese momento a solas,  le pude decir a katrin lo mucho que sentía dejarla. Me has ayudado mucho, le dije… y entonces la coloqué de tal manera que siempre estuviera visible para mí, que siempre supiera donde estaba.

Durante años, cuando entraba con la clase a la biblioteca, bien porque faltaba alguna profesora o cuando recibíamos la clase entera, algún castigo. Procuraba sentarme cerca, para verla. Allí estaba todavía, por suerte,  sonriéndome desde la estantería.

-¡Hola katrin! Gracias a ti, comencé a explicarles anécdotas divertidas a las chicas de clase y a hacer voces e imitar personajes… ¡y no sabes lo mucho que me quieren ahora!

-Katrin, ya tengo diez años…  ha llegado un profe nuevo y me ha metido en un grupo de teatro, ahora todo es diferente, ya no me muero de vergüenza cada vez que me piden que lea en voz alta, lo siguen haciendo, pero ahora lo disfruto.

En muchas ocasiones tuve la tentación de volverlo a pedir, pero una de las veces en que lo hice, la hermana Concha me invitó a coger otros libros.

Aun no entiendo el por qué, de no dejarme repetir libro.  De hecho era un libro para niños a partir de 9 años y hubiera tenido más sentido que al ser más grande, me lo volviera a dejar  leer.

Y ahora de adulta, lo busqué por todas partes… pero no está.

Así que si alguien lo encuentra, sin importar la edad que tenga.

Lo recomiendo.

Pues dentro de sus páginas está, una buena amiga.





12 comentarios:

  1. Que entrañable historia, mi hija y mi sobrina veían esa serie "Santa barbara" en verano y los libros de Barco de Vapor ocupaban la librería de su habitación, aun quedan algunos en casa, otros se los fueron llevando, pero ese que cuentas no lo recuerdo. Si lo tuviera créeme que te lo haría llegar, mereces encontrarlo. un abrazo preciosa

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  2. Que ternura de historia!!Leo las palabras,una tras otra y siento las injusticias que se cometían.No sé si por la triste cultura de esa época o por la dureza de la vida,pero me resulta conmovedor la fortaleza de tu mamá,envidiable y con gran coraje,y la tuya,por los ratos en el pasillo.
    Encontrar amigas en un libro a esa edad es lo mejor que te pudo pasar y el amor a la lectura lo mejor que te pudo enseñar tu mamá,leyendo pudiste crecer.
    Ojalá puedas encontrar el lbro de nuevo,porque ahora sería un precioso recuerdo!
    Besucos y bonita historia

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  3. Precioso relato y tan bien escrito, conseguiste que me metiese tanto en la historia que ya me veía como la protagonista.

    Precioso de verdad, Lua.

    Artistaza!!!!

    Mil besos.

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    1. En esta ocasión no hay mucho mérito, solo tuve que recordar.

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  4. Hay libros que nos tocan la esencia en un momento y por siempre viven en nosotros. La se por que a mi me paso con un libro que como tu he buscado mucho y nunca encontré, pero que me cautivo el alma.
    Besos

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  5. un placer es leerte me asombras con tus escritos

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  6. Lua,te enlazo desde este blog,porque no sabía cuál era el que usabas más.Así que ya te tengo en mis blog amigos en un momento.
    Besucos

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  7. Dsiculpa,si recibes un correo diciendo que te han invitado a leer mi blog privado,acepta,porque es mio,no es un virus,sonrisa.
    Besucos de nuevo

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    1. Acepto encantada Gó :)

      Que bonito haberte conocido, muchos besos preciosa.

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  8. mal por la monja castigadora.

    Bien por la monja salvadora.

    Suerte que te llevara a la biblioteca.

    Suerte que encontraras a Katrin.

    Tu hermana la visionaria de tele novelas debería hacérselo mirar, aunque ya con tanto retraso no sirve para mucho (jejeje)

    Divertido que te hiciera llegar tarde pero que sea tu favorita.

    Bien tu imaginación que te lleva a encontrar una amiga entre letras.

    Y muy bien como cuentas lo que cuentas.

    Y muy bien lo que cuentas y como lo trasmites.

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  9. Una maravilla de relato. Me encanta leer tus entradas.
    Besitos guapa

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  10. Eres la ingenuidad dulce en letras LUA. Desde que apareciste en nuestras vidas bloquear con ocasión del libro de Billy te leo aquí y allá y es absolutamente imposible no encariñarse de ti. Precioso este recuerdo tuyo, precioso lo que muestra de ti... de verdad, precioso LUA!

    Un beso grandísimo bonita ..
    Que la tarde del martes sea buena contigo,
    si no fuera así sería para matarla ; )

    MuaaaaksS!

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